Cuestión de
probabilidad
Supercontagiador, R0, SARS, neumonía atípica, transmisión,
zoonosis, coronavirus… En el último año hemos añadido a nuestro Corpus lingüístico
estos conceptos que eran completamente desconocidos para la población no
especializada en enfermedades infecciosas. Estos conceptos, técnicos y con un
significado muy específico, han copado portadas y titulares de los prensa más
relevante a lo largo y ancho del mundo. El escritor David Quammen sacó en el
año 2012 estos conceptos de la literatura científica y los introdujo en su
libro “Spillover; Animal Infectionc and
the Next Human Pandemic”.
Este libro tiene un carácter premonitorio ya que, como el propio título nos
indica, nos habla de lo que podría ser una futura pandemia que afectase a los
seres humanos. Para ello, el autor analiza algunas de las epidemias y brotes
epidémicos ocurridos en los últimos 100 años, analizando con todo detalle las
causas del brote, las afecciones de la enfermedad y el origen del patógeno.
Desde el VIH hasta el Ébola pasando por el Hendra y el SARS-CoV(1), el libro
nos aporta la información suficiente para comprender que el origen de las
enfermedades contagiosas, sus métodos de transmisión y los peligros que plantea
enfrentarse a algo desconocido.
A pesar de que a lo largo de libro abunda la
terminología científica, el autor se toma la molestia de explicar detalladamente cada concepto la
primera vez aparece en el libro. Este hecho, y las habilidades comunicativas de
David, hacen que el libro sea una gran obra de divulgación científica. El libro
está repleto de testimonios in situ recogidos
por el autor, lo que le da al libro, además de un valor literario, un valor
académico.
Entrando en materia, uno de los brotes epidémicos analizados es el
SARS-CoV(1), acrónimo de severe acute
respiratory síndrome coronavirus. Este virus, conocido en la prensa como hermano
del causante de la actual pandemia mundial, es estudiado y analizado por
Quammen en uno de los capítulos. Como el propio nombre nos indica se trata de
un coronvirus que genera un síndrome de afección respiratoria. Esto lo sabemos
ahora, pero cuando el virus empezó a expandirse, a inicios del año 2003, las
causas, el origen y el propio virus era desconocido.
Todo comenzó con una serie de neumonías de origen desconocido que empezaron
a propagarse de forma silenciosa. En un inicio, como se desconocía el causante
de la enfermedad, los sanitarios que atendían a los enfermos estaban desprovistos
del material necesario, por lo que esta enfermedad se extendió en algunos
hospitales. Hablamos de Hong Kong, en febrero de 2003. Por aquel entonces los vuelos
internacionales ya eran algo relativamente común entre la población y en poco
tiempo el agente infeccioso ya estaba en Canadá.
Poco a poco el virus fue causando estragos acumulando contagiados y
fallecidos a ambos lados del charco. Se creía que algunos supercontagiadores
tenían la capacidad de contagias a decenas de personas, por lo que el índice de
expansión del virus (R0) era muy superior a 1. Los casos de neumonía
atípica llamaron la atención de las autoridades que rápidamente se pusieron a
buscar el causante y el origen de este patógeno con una alta incidencia de
mortalidad y una gran capacidad de transmisión.
A pesar de que al principio se pensó que podría ser algún tipo de bacteria
o virus ya conocido, como Streptococcus
pneumoniae o el virus H5N1, resultó ser algo desconocido hasta el momento;
un tipo de coronavirus. Los coronavirus no son, por lo general, patógenos para
los humanos pero si son causantes de enfermedades relevantes en animales
domésticos. Esto era una evidencia de que probablemente estábamos frente a un
evento de zoonosis, transmisión de un patógeno de un animal al ser humano. Esta
hipótesis se sustentaba, además, en que en algunas zonas del sudeste asiático el
trato doméstico y mercantil de mamíferos y aves vivos es bastante habitual por
lo que podría haber sido el inicio de esta cadena de transmisión.
Por suerte, y casi de forma milagrosa, el virus fue perdiendo fuerza y
desapareció meses después causando un total de 8422 contagios y 916 muertes en
una treintena de países en todo el mundo. Estas cifras no son comparables con
ninguna de las grandes pandemias mundiales que han azotado nuestra especie a lo
largo de la historia, pero son un buen ejemplo de la capacidad que tiene un
agente infeccioso.
Al igual que los conceptos mencionados al inicio del texto, el propio David
Quammen se ha hecho famoso con el inicio de la pandemia y su nombre ha copado
algunas portadas de la prensa más relevante. El estadounidense presagió que la
próxima pandemia podría venir de algún lugar del sudeste asiático y que podría
venir de algún virus como los coronavirus. A finales del año 2019 su
premonición se hizo realidad y hoy nos enfrentamos al SARS-CoV-2 que ha causado
una pandemia muy probablemente generada en el sudeste asiático por un caso de
zoonosis.
Las coincidencias han hecho que Quammen se haya hecho famoso, pero su
principal valor no ha sido la fortuna o las coincidencias. Quammen estudió y
analizó diferentes epidemias y con toda la información recogida durante años de
trabajó determinó que lo más amenazante para el ser humano era un virus
zoonótico auspiciado por la gran movilidad del siglo XXI. Determinó, asimismo,
que era bastante probable que esto sucediese en el sudeste asiático, debido a
la relación que tienen con los animales vivos y que pudiera ser un coronavirus,
por la incidencia que tienen los mismos en algunos pequeños mamíferos. Todo
ello con el aval de lo sucedido con el SARS-CoV(1). Acertó. Era cuestión de
probabilidad.
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