INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y CRONTROVERSIAS
¿Nos podemos imaginar una herramienta que capaz de facilitar nuestro
trabajo? Una herramienta que suponga un avance médico considerable, que permita
gestionar cantidades ingentes de datos y los filtre y los ordene en base a
numerosos criterios. Esa herramienta está en desarrollo y en la actualidad
permite realizar diagnósticos médicos, filtrar datos, facilitar el trabajo… Es
la Inteligencia Artificial (IA).
Con estos precedentes cabría pensar que es una inversión segura y que
tendríamos que invertir fondos públicos y privados al desarrollo de esta
tecnología con el fin de maximizar su potencial. Sin embargo, la realidad dista
bastante de esta situación ideal y los puntos de controversia son numerosos también
en este ámbito.
En primer lugar tenemos la propia definición del concepto. La Inteligencia
Artificial se define como la inteligencia procesada por máquinas, procesadores
y softwares que hacen las veces del cuerpo, el cerebro y la mente humana. Esto,
de por sí, ya es un hecho complejo ya que la propia definición de la
inteligencia humana no está completamente definida. Además, no podemos obviar que
la IA está orquestada por algoritmos creados por los seres humanos, por lo que
en la base esa inteligencia artificial tiene un componente humano.
En segundo lugar tenemos la aplicación de la propia tecnología.
Evidentemente, una herramienta con las capacidades de facilitar la vida de las
personas tiene que ser utilizada y explotada en la sociedad pero, para ello, es
importante definir de una estricta cuáles serán sus ámbitos de aplicación. De
no hacerlo así corremos el riesgo de que ciertas entidades con ánimo de lucro
utilicen los beneficios de esta tecnología para optimizar sus beneficios sin
considerar otros aspectos negativos como el control de las personas o el mal
uso de la información personal.
En tercer lugar tenemos el componente humano que se perdería en todo este
tipo de acción. Que un algoritmo sea capaz de diagnosticarnos una enfermedad
supone un gran avance tanto tecnológico como médico, pero se perdería el
componente humano que es transcendental en ámbitos como la medicina.
Habitualmente, es igual de importante la precisión a la hora de diagnosticar
una enfermedad como la cercanía y la empatía que puede transmitir una persona
física que le está hablando con ese paciente.
En último lugar tenemos los sesgos de la IA. No olvidemos que estos
algoritmos están creados por los seres humanos para que ciertas máquinas sean
capaces de procesarlo. Estos algoritmos que están creados por personas están
sesgadas por su propio creador y, en ocasiones, se han detectado algoritmos de
la IA con tendencias machistas y racistas como el caso del algoritmo de Amazon
que despreciaba a las mujeres.
Por todo lo anterior nos encontramos frente a una tecnología que puede
suponer una gran revolución tecnológica, especialmente en el ámbito de la información.
Sin embargo, como ya hemos visto, su implementación está repleta de claroscuros
que hacen, por el momento, desconfiar de la tecnología. Una posible solución sería
que un comité regulador externo y sin conflictos de interés en el tema evaluase
los diferentes avances que se van realizando y sus posibles aplicaciones y
rangos de acción. Este comité, claro está, debería estar conformado por
diversas personas que le puedan aportar un enfoque integral al problema y su
principal objetivo sería mejorar el bienestar de todas las personas sin ningún tipo
de discriminación.
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