2021(e)ko maiatzaren 10(a), astelehena

Ciencia, tecnología y sociedad; Tarea 5

Sobre cornucopianos y solucionistas

Durante siglos en las diferentes civilizaciones se han anunciado grandes catástrofes que podrían acabar con una sociedad entera de golpe. Estas grandes catástrofes eran predicciones religiosas en forma de plagas, grandes meteoritos y demás fenómenos naturales que servían como mecanismo de control de la sociedad mediante el miedo pero no gozaban de ningún tipo de evidencia. A día de hoy somos conocedores de las amenazas que ponen en vilo nuestra existencia y esas están bien argumentadas por la comunidad científica: el calentamiento global, las grandes pandemias, la sexta extinción…

Algunas voces proclaman que no es posible que vivamos en un peligro inminente de una catástrofe natural si vivimos mejor que nunca. Esta afirmación es un tanto peligrosa, ya que ese supuesto confort habría que atribuirlo, principalmente, a los países del mal llamado primer mundo, ya que en países subdesarrollados ya están sufriendo las consecuencias del calentamiento global y de otros problemas de menos alcance mediático como las enfermedades derivadas de la deforestación.

En cualquier caso, y pese a las evidencias de la comunidad científica, sigue habiendo grandes corporaciones interesadas en negar la existencia de dichos problemas. Estas corporaciones cornucopianas creen en la abundancia sin límites, simbolizada por un planeta a rebosar de riqueza que hay que extraer. El Cornupianismo y el capitalismo neoliberal están en sintonía; ambos proclaman el libre mercado, la desregularización de la economía y que los problemas generados por una frenética actividad extractivista son meras falacias promovidas por movimientos contrarios al liberalismo económico.

En este sentido, los cornucopianos creen que el estado no debería involucrarse en los problemas derivados de la actividad económica. Al contrario, su papel debería limitarse a defender la libertad de expresión y que todas las ideas tuvieran la misma capacidad de presentarse frente a la opinión pública. Sin embargo, olvidan que no todas las opiniones gozan del mismo valor científico y que la propia actividad científica ha desarrollado mecanismos para evitar que conflictos de interés condicionen su actividad como la revisión por pares.  

En vista de que las grandes corporaciones ven en riesgo perder la batalla por las grandes ideas sobre el cambio climático (entre otros), algunas de ellas han pasado a tener una postura solucionista. Por ello, algunas han empezado a plantear que la actividad científico-tecnológica tendría que centrarse en la búsqueda de alguna solución milagrosa que resolviese el problema del clima como algún combustible verde y de fácil producción o la geoingeniería. Esta idea un tanto utópica permite a estas corporaciones seguir con su frenética actividad mientras confían en una solución milagrosa.

Con el paso de los siglos hemos aprendido que las grandes catástrofes rara vez suelen suceder de un día para otro y sin previo aviso y que el calentamiento global o la gran extinción que nos acontece es un proceso que está ocurriendo ante nuestros ojos a un ritmo moderado pero constante. En este sentido, es evidente que si esta gran catástrofe que tenemos frente a nosotros no es repentina, la solución al problema tampoco será repentina y milagrosa.

 


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