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Relación entre artes y emociones

Relación entre artes y emociones 

La relación entre arte y emociones puede ser entendida en, al menos, dos planos. La perspectiva el autor (compositor, pintor…) y la del receptor. El autor tiene una idea clara sobre lo que quiere transmitir y lo hace desde sus propios conocimientos y su propia experiencia. El receptor, o los receptores, perciben la pieza desde su propia perspectiva, con sus prejuicios, sus emociones y vivencias que la hacen percibir de una forma en concreta. Hoy hablaré de como he percibido, y percibo, una obra musical y un pintor desde mi perspectiva.

La primera obra es “Conquest of Paradise” de la banda sonora de la película “1492: La conquista del paraíso” por el compositor griego Vangelis. Es una canción de género orquestal con elementos de música electrónica lanzada en el año 1992 en la película con el mismo nombre. Mi relación con esta canción no tiene ninguna relación con la película, de hecho paso bastante tiempo desde que me emocioné con la canción hasta que vi la propia película y diría que la escena que acompaña la canción no me evoca los mismos sentimientos que me transmite la propia canción como tal.



En el año 2014 participé por primera vez en una prueba deportiva de ultrafondo. Era una prueba de larga duración, más de 10 horas, que se realizaba principalmente de noche transcurriendo por varias montañas de Gipuzkoa. En la salida de la prueba, y con el objetivo de motivar a los participantes, ponen esta canción. El título de la canción es una buen símil para definir a lo que se enfrentan los participantes de la prueba, una prueba de gran requerimiento físico pero del que se obtiene una gran recompensa.

Escuchar la canción me transmite una dosis de motivación y nerviosismo, los mismos sentimientos que tuve aquel día. Además, me traslada a aquel día y me recuerda las sensaciones que tenía en aquel momento. Junto con los sentimientos relacionados a la prueba, me vienen a la mente las imágenes de los montes de la zona y los olores.

En los últimos años he acudido al concierto anual de navidad que se organiza en mi localidad, donde toca la Banda de música municipal (Santurtziko Musika Banda) con la colaboración de coros municipales y algún otro artista como Andoni Barañano. En el año 2015 entre el repertorio de canciones que tocó la banda estaba la canción de la que estoy hablando. Desconocía el nombre de la canción por lo que cuando empezó a sonar fue una gran sorpresa para mí. Tuve los mismos sentimientos de nerviosismo y motivación y las imágenes de aquel día de la prueba me vinieron a la mente. Fue un momento muy especial en que la alegría me invadió y el hecho de asociar aquella canción con un gran recuerdo fue maravilloso. En alguna otra ocasión la banda también ha tocado esta canción y cada vez que les escucho tocar me emociono. (El video es del año 2012, por aquel entonces ni yo había hecho la prueba ni había asistido a un concierto de la banda, pero los participantes, tanto la banda como el coro Lagun Zaharrak es el mismo)

  

La segunda expresión artística elegida para esta tarea son las obras de Kandinsky (más en concreto las 2 siguientes). Cuando era pequeño las paredes del salón de mi casa estaban adornadas por unas láminas enmarcadas con cuadros del pintor Ruso. He visto estas representaciones todos los días de mi vida durante muchos años y nunca les presté demasiada atención hasta que hace unos meses tuve la noticia de que se iban a presentar algunas obras de Kandinsky en el museo Guggenheim de Bilbao.




Previo a la visita al museo, tuve la oportunidad de ver en Youtube la charla impartida por la catedrática de Biología Celular e Histología de UPV/EHU Elena Vecino. Durante la charla aborda uno de los temas tratados durante la asignatura: la sinestesia. El hecho de haber visto previamente la charla ayuda a entender parte de la complejidad del trabajo que hay detrás de los cuadros expuestos.



Pasando a mi experiencia personal, tengo que admitir que la visita al museo fue muy satisfactoria. En primer lugar, me sorprendió el tamaño de los cuadros, enormes comparados con las láminas. En segundo lugar la complejidad del trabajo y la dificultad de hacer las obras en ese tamaño. Y, en tercer lugar, la cantidad ideas que tendría que tener el pintor teniendo en cuenta la cantidad de colores de las pinturas y su capacidad de sinestesia.

Al igual que en el caso anterior, las obras supusieron un trabajo de memoria mezclado con una serie de emociones del momento. El silencio del museo contrastaba con el ruido que había en mi casa cuando yo era pequeño y el contraste de emociones era grande. La exposición está dividida en diferentes partes donde se puede observar parte de la vida del pintor y su estado anímico. En ese viaje hay momentos de euforia y de tristeza.

Tengo que admitir que no soy un gran experto en la materia y que no acude habitualmente ni a museos ni a concierto pero en estados dos experiencias relatadas he tenido sensaciones que han sido similares. En ambos casos las relaciones previas con las muestras artísticas han marcado mi experiencia a la hora de verlas representadas. Para el caso de La Conquista del Paraíso es un recuerdo de un momento puntual al que le tengo mucha estima mientras que las obras de Kandinsky las relaciono con una parte fundamental de mi vida.

En este sentido, llego a la conclusión de que cuando observamos obras de arte lo hacemos cada uno con nuestra experiencia personal. Esto hecho hace que cada representación artística sea única, por un lado, porque la forma de entenderla depende de los conocimiento y vivencias previas de cada persona y, por otro lado, la forma que tenemos de recordad las obras es única también en base a lo que conocemos.

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