Inteligencia Artificial y Test de Turing
Uno de los personajes más famosos de la
historia de las matemáticas es, sin duda, Alan Turing. Sus descubrimientos en
el campo de los números fueron inmensos y, entre otros méritos, se le atribuye el
de descifrar el código de la máquina enigma utilizada por los nazis para
encriptar sus mensajes y es considerado uno de los padres de la computación. Su
vida tuvo un trágico y prematuro final. Fue perseguido por su orientación
sexual y falleció a los 42 años según la versión oficial por suicidio, aunque
hay versiones de todo tipo.
La herencia de Turing es enorme y ha
transcendido hasta nuestros días. Entre sus principales aportaciones
encontramos el test de Turing. Esta prueba, diseñada por el mismo, tiene como
objetivo observar el comportamiento de una máquina y evaluar si esta es capaz
de hacerse pasar por un humano. El test consiste en que ambos, un humano y una
máquina, respondan a una batería de preguntas y el objetivo de la máquina no es
acertar el mayor número de preguntas posibles sino responder al igual que lo
haría un humano.
Las bases del juego son bastante
sencillas. Disponemos de tres participantes conocidos como A, B y C. El
participante C hace las veces de interrogador y su misión es realizar preguntar
a los otros dos participantes. A y B son una máquina y una persona física,
independientemente del orden. La persona tiene que tratar de responder las
preguntas con la mayor naturalidad posible y la máquina, en cambio, tiene que
intentar responder a las preguntas como si fuera un humano, para conseguir
engañar al interrogador.
Existen diferentes variantes de la prueba
y su rango de éxito no está del todo definido. Uno de los casos más reciente es
el de Eugene Goostman, un robot conversacional que simulaba ser una niña
ucraniana de 13 años que en el año 2014 logró superar el test de Turing. Este
hecho generó cierta controversia ya que en una conversación de 5 minutos logró
engañar al 33% de los jueces (interrogador, C). Para algunos fue considerado un
hecho histórico pero para otros insuficiente.
En la actualidad existen algunas
adaptaciones del test de Turing que tienen cierta utilidad en nuestra vida
cotidiana. Una de ellas es un test de Turing inverso, donde es la máquina quien
necesita determinas si está tratando con un humano o con otra máquina. Uno de
los ejemplos más comunes es el CAPTCHA, esa palabra ilegible que tenemos que
descifrar para acceder a ciertos lugares en la red. Este sistema tiene como
objetivo evitar fraudes y comprobar que quien realmente está realizando la
acción es un humano.
El debate sobre la Inteligencia Artificial va para largo y, claro está, que el test de Turing jugará un papel determinante en el mismo. Es una tarea difícil determinar las bases de un test que ha quedado tan abierto y que presenta ciertos intereses. ¿Tendrían que tener los interrogadores diversas nacionalidades? ¿Qué nivel de estudios tendrían que tener los participantes en la prueba?¿Hay algún requisito previo que establezca que la prueba no está sesgada? Numerosas preguntas sin respuesta para un tema que genera mucho debate y lo seguirá generando por un tiempo.
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