CULTURA Y EVOLUCIÓN
Una de las acepciones de la cultura es la que la define como conjunto de
modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo. En este
sentido podemos asumir que la cultura, aunque sea de una forma primitiva, apareció
hace decenas de miles de años en nuestro proceso evolutivo. Una de las
condiciones más importantes para la consideración de una cultura es la
capacidad de transmisión a los congéneres. Por ello, podemos decir que el
desarrollo cultura y evolutivo de nuestra especie han compartido un espacio en
el tiempo, pero ¿hasta qué punto han estado relacionados estos dos procesos?
La dieta. Un cambio en la dieta genera una disposición diferente de
nutrientes, por lo que implica una adaptación fisiológica del organismo. Los
primeros homínidos tenían una dieta basada principalmente en raíces, verduras, frutas
y frutos secos. Con la mejora de las técnicas de caza y el dominio del fuego se
fue modificando la dieta lo que supuso cambios morfológicos y fisiológicos. Algunas hipótesis sostienen que una de las bases de la evolución humana fue la
capacidad de cocinar, e incluso el uso de sazonadores y conservadores como las
especias. Este proceso evolutivo requiere de un grado elevado de transmisión de
conocimientos, por lo sin un nivel cultural mínimo no sería posible.
Las manos. Aunque algunos estudios sostienen que nuestra mano no ha
evolucionado demasiado en los últimos 2 millones de años, su uso ha sido
fundamental en la evolución de nuestra especie. El bipedismo permitió que
nuestras extremidades superiores se liberasen y pudiesen ser utilizadas para
otras tareas como el uso de herramientas y transportar objetos. Todo ello
permitió un desarrollo cultural que abarcaba desde la elaboración de las
diferentes herramientas hasta el diseño objetos de adorno como colgantes pasando por vestimentas
rudimentarias para protegerse del frio.
El cerebro. Probablemente el órgano principal del desarrollo evolutivo más
relevante de nuestra especie ha sido el cerebro. El mayor consumo de proteínas
y energía permite que el cerebro crezca aumentando sus capacidades cognitivas.
En este punto sucede una retroalimentación entre funciones biológicas y
culturales. A medida que la capacidad de nuestro cerebro aumenta, nos permite
un desarrollo cultural mayor, que permite nuevamente que nuestro cerebro continúe
evolucionando. Todo ello, ayudado por la transmisión de conocimiento a las
siguiente generaciones, hace que la evolución humana sea sólida y el proceso
constante. En este sentido, las culturas se van afianzando y tomando fuerza en
los diferentes grupos de poblaciones.
Hemos visto algunos ejemplos de cómo la evolución biológica y cultural
están estrechamente ligadas en nuestra especie. Es, por lo tanto, difícil imaginarse
una evolución cultural sin una evolución biológica y viceversa. Desde nuestra
perspectiva, al menos, este proceso evolutivo ha tenido un tendencia en la que
la sinergia de ambos nos ha permitido el nivel y diversidad cultural y social
que tiene nuestra especie hoy en día.
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