HERENCIA SIN LENGUAJE
El lenguaje es la capacidad propia del ser humano para expresar
pensamientos y sentimientos por medio de la palabra. Esta expresión se puede
realizar bien teniendo una conversación hablada con una persona o mediante una
reflexión individual sin el uso de la voz. Esta cualidad es única en la
naturaleza, a ningún otro animal se le conocen estas cualidades y ello ha
permitido generar sociedades culturales avanzadas como las que conocemos hoy en
día.
Este paulatino proceso ha requerido de centenares de miles de años de
evolución y ha sido un proceso que se ha ido retroalimentando. Mientras la
consciencia humana y la capacidad del lenguaje se desarrollaban, adquiríamos la
capacidad de acceder a más recursos y cada vez de una forma más sencilla,
optimizando le energía disponible y disponiendo de más tiempo para el
desarrollo cultural y de herramientas.
Llegados a este punto, es necesario reflexionar sobre el papel del
lenguaje, entendido como la expresión mediante palabras de ideas, en el proceso
evolutivo. ¿Qué acciones seríamos capaces de realizar sin la necesidad del
lenguaje? ¿Cuál sería el sistema de transmisión de conocimiento? ¿Qué nivel de
desarrollo permitiría la ausencia del mismo?
Desde nuestra óptica, es difícil pensar sin recurrir al lenguaje, ya que
todos los podemos imaginar acciones primitivas como correr por la sabana o
lanzar una piedra pero resulta complejo definir el mismo sin acudir a las
palabras. Hemos catalogado y denominado todas las acciones que realizamos en un
día normal y para nuestra especie es difícil imaginarse un mundo fuera de las
letras.
Sin embargo, no somos los únicos animales con capacidad de transmitir
conocimientos y acciones a nuestros congéneres, por lo que esa transmisión es
posible sin la necesidad de la palabra. En este ámbito, dos conceptos definidos
y denominados por los humanos adquieren un papel fundamental; el aprendizaje
por imitación y la memoria genética.
El aprendizaje por imitación es la capacidad que tenemos los animales para
imitar los comportamientos de otros animales y, por lo tanto, realizar una
acción con un objetivo determinado. Esta forma de aprendizaje es bastante
extendida en el mundo animal, donde los individuos más veteranos de la especie
instruyen de alguna forma a los más jóvenes a realizar actividades como cacería
u obtención de recursos.
De esta forma, dentro de una misma especie, existe la posibilidad de
perpetuar y perfeccionar acciones sin la necesidad de que sean transmitidas
mediante la palabra. Además, permite observar en un periodo determinado como
las especies van ajustando sus costumbres a las necesidades del entorno
cambiante. Uno de los ejemplos de este aprendizaje se ha observado en la
conducta de los chimpancés, que aprenden a obtener termitas de un tronco después de haber observado a los
congéneres realizar la acción.
El segundo método, un tanto más tedioso, es la memoria genética. También
conocido como memoria atávica es un concepto que describe una variedad de
procesos en biología y psicología por la cual el material genético confiere una
memoria de la historia de un individuo o una especie. Esta memoria está grabada
en el material genético y establece una herencia a través de la división
celular. Bien sean cambio genéticos o epigenéticos está principalmente
relacionado con la herencia de instintos dentro de una especie.
Uno de los ejemplos más conocidos es el instinto de los cucos recién nacidos.
Esta especie de ave pone sus huevos en nidos ajenos. El polluelo, al nacer,
elimina el resto de huevos del nido, siendo esta una de las primeras acciones
realizadas por el animal. Este acto, es un claro ejemplo de memoria genética
donde los individuos están en cierta medida programados para realizar una
acción específica que beneficia a su especie sin la necesidad de un proceso de
aprendizaje previo.
Todavía se desconocen los aspectos más relevantes de esta memoria genética,
aunque se considera que pudiera ser fruto de la especialización de una especie
durante numerosas generaciones. Además, no hay que olvidar que este proceso es
derivado de la selección natural, por lo que sólo las acciones más beneficiosas
para la especie serán perpetuadas mediante este sistema.
En la naturaleza, encontraremos numerosos ejemplos de aprendizaje y
transmisión de conocimientos que, unidos a la especialización de las especies,
han dado lugar a eusociedades con un alto grado de especialización. Uno de los
ejemplos más conocidos es el de las abejas, que se especializan para realizar
una función determinada dentro de la colonia, aunque también se han observado
comportamientos similares en algunas especies de mamíferos como la rato topo de Damara.
Si consideramos todos los aspectos mencionados anteriormente podría ser
posible la elaboración del algún plan de acción que fuera transmitido a los congéneres.
Sin embargo, aunque la naturaleza disponga de las herramientas necesarias para
ello, el proceso sería largo y lento y requeriría de millones de años para
llevarse a cabo. Además, sería un proceso orquestado por la selección natural
que prioriza la supervivencia de la especie y esta transmisión no sería el
objetivo principal de la evolución.
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