EN DEUDA CON LA TIERRA
El día de la Deuda Ecológica es el día del año en que la humanidad ha agotado el presupuesto de la naturaleza para ese año. A partir de ese momento, y durante el resto de días del año, el ser humano está generando una deuda con la Tierra y sus recursos. Este concepto, también conocido como día de la Sobrecapacidad de la Tierra, es calculado por Global Footprint Network, organización benéfica sin ánimo de lucro. El concepto se suele indicar como una fecha señalada en el calendario, coincidente con el día del agotamiento de los recursos anuales. En España ese día fue alcanzado, en el año 2022, el 12 de mayo.
La idea surge en 1987 con el objetivo de concienciar a la población sobre
el uso de recursos naturales. Aquel año se estableció el día de la
Sobrecapacidad de la Tierra el 23 de octubre. Además, con los datos disponible
se los años anteriores se estableció la fecha correspondiente para los año
anteriores hasta 1970, cuando empezamos a contraer una deuda con nuestro
planeta siendo este día el 30 de diciembre. Desde entonces nuestro uso de
recursos naturales se ha incrementado y el día ha ido avanzando en nuestro
calendario.
Este hecho tiene numerosas consecuencias en nuestro presente y futuro más
cercano. Como principales consecuencias tenemos las relacionadas con el cambio
climático, como el calentamiento global. Es sabido, que en algunos lugares del
planeta ya están empezando a sufrir las consecuencias del mismo, en forma de
largos periodos de sequía y climas extremos. Otra consecuencia notoria es la
escasez de recursos, que afecta en la actualidad a algunos minerales utilizados
en la producción de dispositivos electrónicos.
Por otro lado, la huella ecológica mide la superficie necesaria, también
medida en hectáreas, para producir los recursos consumidos por un ciudadano,
país o región, así como la necesaria para absorber los residuos que genera. Se
trata de un indicador de sostenibilidad de las actividades humanas. Mediante
este valor, podemos comparar diferentes actividades y evaluar cuál de las
realizadas es más sostenible. Para medir el impacto de la actividad humana,
este valor se utiliza, al igual que la biocapacidad, en hectáreas por
habitante, de tal forma que obtenemos cuantas hectáreas de recurso utiliza cada
persona.
El cálculo, aunque sencillo, presenta algunas limitaciones como que no
considera la regeneración de bosques o de las pesquerías. Además, algunos
organismos critican la iniciativa tachándola de “un buen truco publicitario”,
pero con poco trasfondo científico. Aunque es una buena forma para medir el
consumo de una nación, alternativo a PIB, algunos expertos la critican por
simplista ya que no considera diferentes valores socioculturales en su
estimación.
DIFERENCIAS ENTRE REGIONES
La producción y utilización de recursos es notablemente desigual entre las
diferentes naciones. Mientras en Luxemburgo alcanzan el Overshoot day el 14 de
febrero, Jamaica no alcanza esa fecha hasta el 20 de diciembre, consumiendo 8 y
1,05 Tierras anuales, respectivamente. Esta diferencia está marcada por dos
motivos. Por un lado, estaría la superficie del propio país, que determinaría
el número de recursos de los que dispone esa nación. Por otro lado, estaría el
consumo de los ciudadanos, que está determinado por el uso de recursos que
hacen los habitantes. Este segundo factor es el más importante, ya que está
hace referencia a los recursos consumidos por cada habitante.
Analizando el consumo de recursos por regiones,
observamos que los primeros puestos están ocupados por países Europeos,
norteamericanos y algunos estados de Oriente Medio. Estas zonas son las que más
contribuyen a contraer una deuda con nuestro planeta. Debido a su alto nivel de
consumo de recursos y al tratarse, por lo general, de regiones que viven
superpobladas el consumo por habitante se dispara y no disponen de superficie
suficiente como para que la Tierra absorba el consumo realizado. Algunos países
de nuestro entorno como Alemania o Francia, cumplen con el día de la Deuda
Ecológica a principios de Mayo, 5 y 6 respectivamente.
Uno de los puntos más determinantes a la hora de
establecer la huella ecológica es la obtención de recursos. Aunque el día de la
deuda ecológica nos indica el consumo de recursos realizado por habitante, es
importante destacar el origen de los recursos utilizados. En este sentido, cabe
destacar que algunas de las materias primas utilizadas en todo el mundo
provienen de lugares específicos del planeta. Como ejemplo podríamos destacar
que un tercio de la soja consumida en todo el mundo es proveniente del
Amazonas, lo que supone que estamos explotando el pulmón del planeta por encima
de sus posibilidades de recuperación.
Si consideramos los datos analizados en el
apartado anterior la situación no es nada favorable. El sobrecoste que estamos
generando a nuestro planeta supone una deuda para futuras generaciones. Esta
deuda tendrá que ser asumida por nuestros descendientes, pero algunas de sus
consecuencias ya son visibles en la actualidad. Desde la perdida de la
biodiversidad, hasta el agotamiento de recursos, pasando por la deforestación,
estamos pagando las consecuencias del consumo desmedido de los recursos de la
Tierra. Además, este consumo está ligado con el calentamiento global y todas
las consecuencias asociadas al cambio climático.
SOLUCIONANDO EL PROBLEMA
Revertir la situación no es una tarea sencilla
aunque todos podemos aportar en ella. Desde nosotros a nivel individual hasta
los organismos institucionales la solución el problema es transversal y se
puede realizar de diferentes maneras. Por un lado tenemos la alimentación. La
mitad de la biocapacidad de la Tierra es utilizada para alimentarnos. El
consumo de alimentos de origen animal requiere de mayores recursos que los
alimentos de origen vegetal. En este sentido, una sustitución de alimentos en
nuestra dieta podría ser un buen punto de partida. Además, no olvidemos que un
tercio de los alimentos producidos son desperdiciados, por lo que reducir esta
pérdida resultaría en un consumo más sostenible.
Por otro lado, tenemos las ciudades. Algunos
estudios estiman que para el año 2050 entre el 70% y el 80% de la población
vivirá en áreas urbanas. En consecuencia, la planificación de ciudades inteligentes
y las estrategias de desarrollo urbano son fundamentales para garantizas que
haya suficiente capital natural y evitar que la demanda humana sea excesiva. De
este modo conseguiremos que la actividad de esas ciudades no erosiones el
entorno hasta puntos irreversibles. Algunas soluciones pasan por construir
edificios energéticamente eficientes, construir ciudades compactas para reducir
la movilidad y reforzar los servicios de transporte público.
En último lugar tenemos la educación. La educación
es, y será, una herramienta imprescindible para hacer frente a la huella
ecológica del ser humano. Aunque algunos estudios apuntan que sería urgente incidir
en la educación medioambiental en los países con menos recursos, el potencial
de la educación ambiental es aplicable a lo largo y ancho del planeta. Un modo
de vida más sostenible con un mejor aprovechamiento de los recursos,
entendiendo las limitaciones del planeta para generar los recursos y deshacerse
de ellos haría que el modelo de consumo mejorase en pro de mantener el
equilibrio de la Tierra.
PERSPECTIVAS A FUTURO
Durante la última década hemos entrado en un
periodo de estabilización, donde el día de la Deuda Ecológica apenas ha
variado. Esto tiene, en parte, una lectura positiva ya que veníamos de décadas
donde la huella sobre nuestro planeta no ha hecho más que aumentar. En el año
2020, hubo incluso un pequeño descenso debido a las medidas restrictivas de
movilidad generadas por la situación sanitaria. Esto nos da un pequeño respiro
ya que podríamos estar tocando techo en cuanto al consumo de recursos.
Sin embargo, es importante destacar que la deuda ecológica
con nuestro planeta es una carrera de fondo donde no sirve de nada centrarnos
en grandes esfuerzos puntuales. En este sentido, es importante tener la
capacidad de generar cambios sustanciales que permitan revertir la situación
hasta el punto de haberle devuelto a nuestro planeta todo lo que le pertenece.
Este largo camino ni lo haremos solos, ni las consecuencias recaerán únicamente
sobre nosotros. Por ello, es crucial que el esfuerzo sea colectivo para que el
beneficio también lo sea. La deuda la generamos entre todos y a pagamos entre
todos.